La gente que me conoce, me ve como una persona con gran fuerza de voluntad, constante y aplicada con mi trabajo.
Pero la gente que me conoce de verdad y que ha convivido conmigo, sabe que no soy así. Me cuesta horrores terminar las cosas que empiezo. Odio madrugar y soy incapaz de seguir un horario o rutina más allá que el del trabajo o la universidad. Y soy la reina de la procrastinación, la vagancia y el perder el tiempo tontamente.
Mi mente trabaja a mil por hora, pero salta de un tema a otro. Por eso yo también funciono a saltos o a venazos.
Aún recuerdo cuando tenía 2 semanas para preparar los exámenes de selectividad. Pasé un día entero planificando en qué orden iba a estudiar las asignaturas, me hice un horario, lo pinté con colorines.
El número de horas que iba a dedicar a cada asignatura era inversamente proporcional a la nota que había sacado durante el bachillerato. Si la asignatura que peor se me había dado era filosofía, a esa tenía que dedicarle más horas. En cambio, a matemáticas les dedicaría menos tiempo, pues no me hacía tanta falta.
El horario estaba optimizado. Y además era muy bonito.
Colgué mi bonito calendario optimizado en la pared, y, acto seguido, me cagué en él. Fue una pérdida de tiempo hacerlo, pues no lo volví a mirar durante las 2 semanas de preparación de los exámenes.
Me dediqué a estudiar cada día lo que me apetecía, según como me levantase. Por cierto, me levantaba tarde. No conseguía ni de lejos empezar a estudiar a las 8 como ponía en mi horario.
Pero una vez me ponía, me concentraba tanto que se me olvidaba parar para comer.
Así pues, a pesar de no lograr ceñirme a horarios, conseguí aprobar el selectivo con muy buena nota.
Y más tarde, a pesar de mi inconstancia, me saqué la carrera. A pesar de ser la reina de la procrastinación, conseguí escribir mi currículum, mandarlo y encontrar trabajo. A pesar de la falta de fuerza de voluntad, aprendí y sigo aprendiendo alemán.
Y tú también puedes conseguir todo lo que te propongas, seas vago o no, te guste madrugar o no. Sólo tienes que encontrar las claves para lograr tus objetivos.
¿Cuáles son mis claves para conseguir lo que me propongo si en el fondo soy muy vaga?
Las fechas límites y la motivación.
– Las fechas límite
Funciono bien cuando hay una fecha límite. Las fechas límite me obligan a centrarme en lo realmente importante para conseguir lo que quiero. Me sirven para dejar de perder el tiempo. Doy prioridad a lo más necesario y luego, si sobra tiempo, añado las cosas accesorias.
Por eso siempre se me ha dado bien aprobar exámenes: sabiendo que tenía una fecha concreta para dominar la materia, era capaz de concentrarme en lo importante y aprovechar el tiempo disponible.
Además, soy una persona muy perfeccionista. Y precisamente ese afán de perfeccionismo es lo que me hace procrastinar. Me da mucha pereza comenzar a hacer algo que sé que va a requerir mucho tiempo y esfuerzo para estar perfecto.
Sin embargo, si hay una fecha límite, comienzo por lo más importante sin preocuparme de todo lo que voy a tener que hacer para terminarlo. Gracias a esa fecha límite, paso a la acción en vez de quedarme pensando la cantidad de trabajo que supondrá hacerlo.
Mejor hecho que perfecto
Es mejor hacer algo que no hacerlo por el miedo a que no quede perfecto. Luego ya habrá tiempo más adelante de ir mejorándolo y perfeccionándolo. Y si no hay tiempo, tampoco pasa nada.
Pero no todo son fechas límite. El otro elemento fundamental es:
– La motivación
La motivación es la clave para vencer a la procrastinación.
Por ejemplo, gracias a la motivación consigo sacar energías para escribir en el blog cada semana y poderlo compaginar con el trabajo, el tiempo libre y el deporte.
Aunque haya días en que no me apetezca escribir, aunque haya días en los que esté en blanco y no se me ocurra ningún tema, si esto no me motivara, sería imposible seguir adelante.
Y es que aunque las tareas en sí no sean muy motivadoras, el objetivo es el que nos da la fuerza para vencer nuestra vagancia interior:
- Aunque odie madrugar, no me cuesta cuando es para ir de excursión a la montaña.
- A pesar de no ser constante, no me cuesta estudiar alemán cuando veo que me sirve para comunicarme con todos.
- Por mucho que me cueste seguir una rutina, escribo periódicamente este blog con mucha ilusión.
A pesar de todo, obtener la motivación necesaria para hacer cosas no es fácil. Cuando llevas mucho tiempo buscando trabajo, pierdes la motivación y comienzas a procrastinar un día tras otro.
Tampoco es nada fácil auto-fijarse una fecha límite a la hora de buscar trabajo. La fecha límite sería el momento en que se te acabe la prestación por desempleo o tus ahorros. Pero si vives mantenido por tus padres o tu pareja, no hay fecha límite como tal.
Por eso te traigo los siguientes consejos para ayudarte a luchar contra la procrastinación, aprovechar tu tiempo y trabajar en dirección a cumplir tus objetivos.
1. Conoce a tu enemigo
¿Qué es la procrastinación?
Es el arte de dejar para mañana lo que puedes hacer hoy.
Cuando pospones una tarea que sabes que tienes que hacer sí o sí estás procrastinando.
Hay dos tipos de procrastrinadores:
-
Los que en vez de hacer la tarea urgente, pierden el tiempo:
Estás buscando trabajo y tienes que ponerte a mandar currículums. Buscas una empresa por internet, te pones a mirarla y ya de paso abres el facebook en el navegador. Pasas un rato en facebook y de ahí te enlazas a un video de youtube. Te pones a mirar un video tras otro y de repente, es la hora de cenar. Has estado perdiendo el tiempo toda la tarde y no has hecho la tarea que vas a tener que hacer sí o sí en algún momento: buscar trabajo.
-
Los que retrasan su tarea urgente haciendo otras tareas menos urgentes:
Tienes que estudiar para un examen. Te sientas en el escritorio con tus apuntes y descubres que la mesa tiene mucho polvo. Te pones a limpiarla. Cuando te vuelves a sentar te das cuenta de que el boli no funciona, así que te pones a probar toooodos los bolis de casa y tiras los que no funcionan. Al tirar los bolis que no van a la basura, ves que la basura está llena y que deberías bajar a tirarla. Oye, ya que vas a bajar a tirarla, ¡podrías aprovechar para salir a correr!
Y así se te pasa la tarde y no has estudiado. Pero oye, al menos has tirado la basura, has ordenado los bolis, limpiado la mesa y salido a correr. Lo malo es que no has conseguido estudiar que era lo realmente urgente.
¿Qué tiene de malo procrastinar?
Procrastinar un poco, no creo que tenga nada de malo si luego consigues hacer las tareas urgentes.
Sin embargo, si conviertes la procrastrinación en un hábito, tus tareas se alargan mucho más de lo necesario provocándote así una situación de estrés y agobios.
Por tanto, si el posponer las tareas urgentes está en tu día a día, podrías llegar a tener problemas de salud.
¿Sabías que existe una fórmula para definir la procrastinación?
La desarrolló el investigador Piers Steel y según él, la siguiente ecuación se utiliza para calcular la utilidad que tendrá una tarea una vez realizada, lo cual sirve para explicar la procrastrinación:
U=EV/ID
- U es la utilidad de la tarea
- E son las expectativas
- V el valor que le damos a terminar el trabajo
- I la inmediatez
- D la sensibilidad de la persona a los retrasos
Por ejemplo, la tarea de probar todos los bolis de casa y tirar los que no funcionen tendría un valor de I muy alto, pues es una tarea que requiere poco tiempo. Al ser la I tan alta, la U resultante será muy baja, es decir: la tarea es inútil.
En cambio, terminar de redactar tu proyecto final de carrera tiene una gran V, pues le damos mucho valor. Y la I sería muy baja, pues no es una tarea para nada inmediata. Por ello su valor de U es muy alto: es una tarea mucho más útil que ordenar bolis.
Nada nuevo, ¿verdad?, pues nos dice lo que ya sabíamos.
¿Sabes por qué he incluido la fórmula en el artículo?
Pues porque yo también procrastino: antes de redactar este artículo, estuve perdiendo el tiempo en internet leyendo artículos y más artículos sobre la procrastinación.
Al final llegué a la conclusión de que muchos de los consejos encontrados no me servían y tuve que redactar el artículo según lo que yo pienso y lo que a mí me funciona.
Pero encontré la fórmula y ya que es un blog para ingenieros, pues la pongo, unas cuantas fórmulas siempre vienen bien. Me pareció curioso que hubiese una fórmula para esto. Quizás en su libro, Piers Steel nos lo explique mejor.
¿Por qué procrastinamos?
Sigamos, ahora sin fórmulas. Hay muchas explicaciones a las posibles causas de la procrastinación:
- Falta de autocontrol:
Problemas para dominar la situación e imponerse un autocontrol. Sería una causa similar al problema que tienen los ludópatas, alcoholicos o gente que compra de manera compulsiva.
- Calmar el miedo al fracaso:
Preferimos hacer tareas sencillas que ya sabemos que nos van a salir bien (por ejemplo, probar qué tipo de letra quedaría mejor en tu currículum) en vez de enfrascarnos en la tarea complicada que podría salir mal (enviar tu currículum).
- Las ansias de perfección:
Si eres demasiado perfeccionista, puede que esto te impida comenzar la tarea, pues sabes que vas a necesitar una gran cantidad de tiempo y esfuerzo en realizarla de manera perfecta.
- Placer inmediato:
Hacer una tarea sencilla, nos hace sentir bien al instante (por ejemplo, tirar los bolis que no funcionan). Mientras estamos ordenando los bolis, nos engañamos a nosotros mismos y logramos calmar la ansiedad que nos produce la tarea realmente importante. Pero una vez finalicemos la tarea sencilla, la realidad nos cae de nuevo encima.
- Evitar responsabilidades:
Llevar a cabo una tarea importante puede conllevar tomar decisiones. Si no te gusta tomar decisiones, será más fácil retrasar el momento de decidir y tomar responsabilidades.
- Pereza:
Puede tratarse simplemente de pereza. En ese momento es mucho más agradable estar tumbado en el sofá viendo la tele que ponerte a estudiar.
- No saber por dónde empezar:
Si la tarea importante que has de realizar es muy compleja y no tienes ni idea de por dónde comenzar, tratarás de retrasar el momento de iniciarla.
2. Visualización
Ahora que ya sabes un poco más sobre la procrastinación, vamos a ver cómo superarla.
Como ya has visto antes, la motivación es la mejor arma contra ella.
Pero a veces, las tareas que tenemos que realizar no son motivadoras en sí mismas. El fin en sí mismo es lo que nos motiva.
Por ejemplo, terminal el proyecto final de carrera y convertirte por fin en ingeniero es muy motivador, pero sentarte cada tarde después de tu trabajo de becario a escribirlo no lo es en absoluto.
Encontrar el trabajo de tus sueños es muy motivador, pero redactar tu currículum y pasarte día tras día aplicando el algoritmo definitivo para encontrar trabajo y enviando los currículums no lo es en absoluto.
Por ello, una técnica que me funciona para hacer tareas poco motivadoras es la visualización.
Visualízate llevando por fin a imprimir tu proyecto final de carrera. Visualízate entregándolo y sabiendo que has terminado esa tarea para siempre. Que dentro de nada irás a recoger tu título de ingeniero.
Visualízate recibiendo la tan ansiada llamada para una entrevista de trabajo. Ir a ella, triunfar porque eres un crack y conseguir el trabajo.
Cada vez que pierdas la motivación, trata de hacer estas visualizaciones.
¿A que sería fantástico que se hicieran realidad? Pues tú tienes la clave para hacerlas realidad. Sólo tienes que concentrarte y continuar redactando un poco más tu PFC.
Concentrarte y mandar más currículums hiperespecializados.
Cada día un poco más y llegará el momento de vivir la visualización en carne y hueso.
3. Cuenta atrás
Si te pasa como a mí y funcionas bien bajo presión, ponte tú mismo fechas límite.
Aunque no sean reales y en realidad no pase nada si no las cumples, te servirán para centrarte en lo importante.
Éste es el truco que utilizo actualmente para escribir en el blog. Los viernes tenemos una cita tú y yo en Eva Experience, y es inamovible.
Gracias a haberme fijado una fecha de publicación, soy capaz de ponerme a escribir artículos. No están perfectos, pero lo importante es que están.
4. Micro-planificar
Planificar todo mi horario de estudio antes de la selectividad no me sirvió de nada.
Pero hacer micro-planificaciones de lo que quiero hacer hoy sí me sirve de mucho.
Se trata de marcar un plan de acción a muy corto plazo para cumplir los objetivos de hoy.
Por ejemplo, cuando buscaba trabajo, tras desayunar me daba una ducha. En la ducha dedicaba un tiempo a pensar lo que quería hacer hasta la hora de comer.
Primero voy a ver la web de la empresa que apunté anoche, voy a investigarla, enviar mi currículum y mirar si encuentro enlaces a otras empresas del sector. Luego voy a escribir a mi amigo que emigró a Alemania y preguntarle cómo lo hizo él para conseguir el trabajo.
También aplicaba la micro-planificación cuando escribía mi proyecto final de carrera. Antes de empezar me tomaba un café y pensaba lo que iba a escribir:
Hoy quiero terminar de redactar el capítulo 3. También tengo que encontrar una buena imagen sobre los tipos de fisuras en el hormigón. Y poner bien los pies de foto y la fuente de cada gráfica del capítulo.
Al haber micro-planificado con antelación lo que vas a hacer, una vez te sientes, serás mucho más efectivo y sabrás por dónde empezar y por dónde seguir.
5. Pon una alarma
Llegas a casa después de tu trabajo de becario o tras dar clases particulares. Sabes que tienes que ponerte con tu proyecto, pues así podrás terminar por fin la carrera y buscar un trabajo de ingeniero de verdad. Pero decides descansar primero un rato y te tumbas en el sofá con el móvil.
O quizás tu caso es otro y ya terminaste el proyecto. Te levantas tarde un día más, desayunas y sabes que deberías ponerte a buscar trabajo. Pero te sientas un rato en el sofá, con el móvil.
Entras en facebook, lees (los titulares de) las noticias, escribes unos whatsapps… y va pasando el tiempo. Sabes que tienes que ponerte, así que piensas “va, a y media me pongo”.
Pero llega «y media» y te cuesta empezar. Así que sigues perdiendo el tiempo sólo 10 minutos más… y luego otros 10 más…
Lo que más cuesta es empezar
Una vez empiezas, el siguiente paso es más fácil.
Cuando has conseguido levantarte del sofá y comenzar a redactar el proyecto o la carta de presentación, es más fácil seguir.
Así que hay que centrarse en encontrar un truco para salir del letargo causado por el combo sofá+móvil y empezar a hacer la tarea.
¿Qué truco me funciona a mí?
Ponerme una alarma. En vez de decir “va, a y media me pongo”, me programo una alarma a «y media». Y lo más importante: la pongo en la otra punta de la habitación, lo más alejada posible del sofá.
Así me obligo a levantarme y cortar de cuajo con la procrastinación.
Una vez de pie, toca obligarse a encender el portátil y sentarse en el escritorio (¡no vuelvas al sofá aunque tengas un portátil!) y ponerse manos a la obra.
Otra variante es poner una canción que te anime en vez de la alarma. Te levantas bailando del sofá y comienzas a trabajar lleno de energía.
6. Modo OFF
Una vez hayas conseguido comenzar a trabajar con el truco de la alarma, ¡hay que ser capaces de mantener la concentración!
Así que apaga el facebook, desconecta el whatsapp e ignora el móvil mientras estés trabajando. Evita todas las distracciones para tener un tiempo de calidad.
Ya mirarás el móvil cuando hagas una pausa.
Eso sí, al hacer la pausa, ponte de nuevo una alarma en la otra punta de la casa. Si no lo haces, corres el riesgo de que la pausa se alargue todo el resto de la tarde.
7. A trocitos
Otro truco para vencer la pereza de empezar a hacer faena, es dividir la tarea que tienes que hacer a trozos más pequeños y claramente definidos.
Así no andarás perdido al no saber por dónde empezar, sino que irás directo al grano.
Además mantendrás tu concentración porque los trocitos de tareas son cosas más cortas y te costará menos ir terminándolas.
Como dice Mark Watney, el protagonista de El Marciano, «un problema detrás de otro». No te preocupes por cómo vas a encuadernar tu proyecto final de carrera si aún no has escrito ni la mitad.
8. A tu manera
Lo más importante: haz las cosas a tu manera.
A mí no me funciona el calendario, la rutina y la constancia, pero puede que a ti sí.
A mí me funcionan las alarmas, pero puede que a ti no.
Por muchos consejos que leas en internet, si al aplicarlos no te funcionan, es que no son para ti.
Sólo hay una manera de hacer la cosas: tu manera
Prueba, experimenta y descubre qué es lo que mejor te funciona a ti para vencer la procrastinación y aprovechar el tiempo.
Y tú, ¿qué trucos usas para no procrastinar? ¡Vence a tu vagancia interior y escribe un comentario contándonos tus trucos!
Me he sentido muuuy identificada con las situaciones que has descrito!! Voy a probar tus trucos a ver si me funcionan a mí, que falta me hace! Muchas gracias por tus consejos!! Sigue así que aquí ya tienes una fan como mínimo!
Hola Cris!
Muchas gracias por tu comentario y por ser tan fan ?
Espero que te funcionen los trucos, ya me cuentas!
Este artículo es de mis favoritos porque me identifico mucho con todo lo que cuentas. Yo también me pongo la alarma del móvil en el quinto pino para tener que levantarme. Y lo de planificar no me funciona (nunca me han gustado las listas), pero sí lo de microplanificar, porque es un paso concreto detrás de otro, no es «buscar trabajo» o «mandar cv’s», que es algo muy general; de hecho, si no hago lo de microplanificar me empano (ya me conoces), ya que no tengo claro por dónde empezar o qué hacer y me pongo a pensar en otras cosas. Si microplanifico también me empano, pero menos 😉
Lo que a mí me funciona aparte de las cosas que has dicho es pensar en algún «premio», es decir, pienso: «si acabo esto luego tendré tiempo para hacer esto otro que me gusta o para ir a tal sitio», y entonces voy más rápido para acabar antes (al menos lo hago).
Lo segundo que me funciona, aunque sólo durante dos o tres días, es escribir en un Word todo lo que he hecho mal, o todo lo que no he hecho. Se trata más bien de soltar esa frustración, y mi «parte sensata» busca argumentos para hacer las cosas bien y se enfrenta a mi «parte vaga», y comienzo a discutir conmigo mismo en tercera persona como si estuviese loco, jajaja. Lo importante de esto es que me ayuda a ver lo inútil que ha sido perder el tiempo.
Y lo tercero que me va bien, que no suelo usar y que tal vez debería convertirlo en lo principal, es una especie de «meditación» o «autosugestión», es decir, repetirme una frase o una idea e imaginarme haciéndolo para que luego me resulte más fácil. Sería lo que dijiste tú de la visualización, aunque no de un resultado o un objetivo final – entregar el proyecto – , sino del proceso; por ejemplo, pienso «mañana voy a levantarme cuando suene la alarma y voy a escribir este apartado del proyecto», y me imagino haciendo eso con todo el detalle posible.
Además, creo que lo de visualizar ayuda mucho en dos sentidos: uno, en que al concentrarte en una sola cosa eliminas todos los demás pensamientos secundarios que muchas veces hacen que te agobies y no sepas por dónde empezar las tareas, ya que piensas en todas ellas al mismo tiempo; y en otro sentido, porque si recaemos en un error es debido a que tenemos el recuerdo de la frustración de la última vez; como ya hemos actuado así una vez pensamos que eso nos define, que vamos a volver a hacerlo porque «somos así», y efectivamente volvemos a hacerlo. Pero si dejamos la mente en blanco, o casi en blanco, no hay nada que nos impida ir en el camino correcto, porque no hay ningún pasado que nos condicione. Es una nueva oportunidad para empezar de cero.
Hola Miguel! Muchas gracias por tu comentario y tus aportaciones.
Lo que dices de ponerte una «recompensa» es una buena técnica, la verdad es que lo he hecho alguna vez, pero no se me ocurrió escribirlo.
La táctica que me ha encantando es la de escribir los errores. Está genial, eso sí que no lo he probado nunca y me parece muy buena idea, ¡me lo apunto!
En cuanto a lo de las meditaciones, también me parecen muy buena idea, pero no sé si a mí me funcionaría. Me pasa un montón de veces lo de querer levantarme a la primera al día siguiente, pero por mucho que me visualice haciéndolo, no soy capaz.
Sin embargo nunca he añadido la parte de dejar en blanco la mente, y he asumido que soy así, que yo no sirvo para madrugar, y por eso me pasa día tras día lo mismo…
¡Así que me lo apunto también!